Así que os dejo aquí la opinión de este escritor, ensalzando la figura de aquellos obsesionados por la perfección y las referencias "para entendidos". Fijaros mucho a quién adjudica la denominación de friqui. De aquí a tomar el "poder" (si es que alguna vez no lo habíamos tenido), hay muy poco queridos amigos.
¿Qué es un friki? La Real Academia no se ha pronunciado todavía al respecto, pero Wikipedia sostiene que un friki es un tipo raro, de comportamiento o apariencia inusual, que vive obsesionado por asuntos como la ciencia-ficción, los videojuegos, los cómics o la informática, y que a menudo persigue llamar la atención con indumentarias y comportamientos anómalos; asimismo sostiene que, a causa de su extravagancia y sus gustos, la gente de provecho considera al friki un tipo inmaduro, si no infantil.
La definición me parece pobre, además de lamentablemente restrictiva. No digo que no sean frikis los tipos que cada 25 de mayo salen a celebrar el Día del Orgullo Friki disfrazados de personajes de La guerra de las galaxias, ni siquiera los tipos que, vestidos con tangas de color fucsia, persiguen a los ciclistas del Tour de Francia por las cumbres de los Alpes; solo digo que, aunque yo particularmente sienta una simpatía infinita por esas manifestaciones de frikismo, se trata de manifestaciones veniales, inofensivas, poco serias.
En mi opinión, un friki auténtico no es un anormal, ni un tipo raro, ni mucho menos uno de esos mercachifles de sí mismos que van por el mundo haciéndose los raros; yo diría más bien que un friki es un tipo que solo tiene una convicción fija, y es que la normalidad no existe, ni por tanto la rareza, o simplemente un tipo que sabe que la normalidad es una estafa.
Pero, para ser franco, no todo en la definición de Wikipedia me disgusta. Me gusta lo del infantilismo y la inmadurez, porque ya se sabe que las personas de provecho consideran infantil e inmadura a toda aquella persona de la que no se pueden aprovechar, es decir: a toda aquella persona que carece por completo del sentido del ridículo, que es una de las más eficaces fábricas de esclavitud jamás inventadas.
La falta de sentido del ridículo del friki significa que el friki es, además de un tipo naturalmente alegre, un aspirante a hombre libre; también un aspirante secreto a alguna forma de santidad, aunque no aspire a ninguna forma heroísmo (en realidad, el friki abomina del heroísmo, a menos que la santidad sea una forma de heroísmo, claro está). En apariencia, en fin, todo friki es un solitario; en realidad todo friki es un pandillero sin pandilla, porque siempre está en busca de la pandilla perfecta.
¿Qué es un friki? Como si yo fuera san Agustín, no lo sé si me lo preguntan, pero si no me lo preguntan lo sé. Por ejemplo -y por limitarnos a la literatura escrita en nuestro país, o en nuestra lengua-: el libro más friki del castellano es sin la menor duda el Libro de Buen Amor, porque es también el más libre, el más gamberro y el más subversivo. Cervantes, por supuesto, era un grandísimo friki, pero solo en El Quijote y en alguna novela ejemplar -la más notoria: El licenciado Vidriera, donde, no se sabe cómo, un veterano de Lepanto se transustancia milagrosamente en un friki-.
El frikismo indudable de Cervantes, o de El Quijote, significa que las grandes novelas francesas e inglesas del XVII y el XVIII, que no hacían más que seguir a El Quijote, son grandes novelas frikis, aunque no las novelas españolas de la misma época, que apenas entendieron una palabra de El Quijote.
El siglo XIX español, francamente, no es muy friki -de hecho, el siglo XIX en general no es muy friki-, aunque ahí están Larra y, a ratos, Espronceda, pero no desde luego Clarín ni Galdós, por no mencionar a Pardo Bazán.
A finales del XIX renacen los frikis. Unamuno, por ejemplo, era un inmenso friki, y Baroja y Azorín también, aunque menos que Unamuno (y desde luego que Silverio Lanza, campeón de los frikis); en cambio, Valle-Inclán y Gómez de la Serna, que van de frikis, no lo son en absoluto: ningún friki de verdad puede estar tan pendiente como ellos de ser un friki.
Borges es el mayor friki del siglo XX, un friki solo comparable a Kafka, friki máximo. En la llamada generación del 27 no veo ningún friki, ni siquiera Lorca, ni siquiera Aleixandre; en la llamada generación del 50 tampoco, salvo tal vez Costafreda. Ferlosio es tan friki que se me olvidaba que pertenece a la llamada generación del 50; y Nicanor Parra es tan friki que tiene más de 90 años y todavía no le han dado el Cervantes. Gonzalo Suárez es un friki perfecto, porque, como dice Millás -otro friki-, siempre ha llegado el primero a todas partes y siempre se ha marchado el primero, de manera que siempre ha estado solo; también Mendoza es un gran friki: de entrada, porque nadie parece menos friki que él, y de salida porque -esta es una virtud esencial en un friki- nadie sabe hacerse el tonto mejor que él.
Entre los escritores de mi edad hay muchos aspirantes a friki (y también entre los más jóvenes); menciono uno que a mi juicio indudablemente lo es: Luis Magrinyà. En cuanto a mí, soy vanidoso, pero no tonto, o no del todo, así que sobra decir que no pretendo ser un friki; solo aspiro a serlo. Este Diario de un friki es el diario de esa aspiración.
Javier Cercas es escritor.
¿Qué os parece? A mí me parecía que ya era hora de que se dignificara el friquismo. Sobre todo me ha encantado la referencia a Borges. Realmente es el friqui más importante de la historia del siglo XX en la cultura hispana, junto, posiblemente, a J.R.R Tolkien, Asimov y Arthur C. Clarke en la inglesa.
Fuente: El País.
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